Voces se funden
En el polen
Del ocaso.
No todas las sombras
Emergen desde la tierra
(Escucho como algunas aún duermen)
No quiero tu respiro
Ni el punto exacto
Entre la garganta sorda
Y el pecho
Ese cuarto de palma
Sostenido a la inmensidad
Del momento galvanizado.
Oía soplos de plata,
La caricia extraña;
Un río jugaba a risa de niño.
Y me vencí a la cumbre
De mis dedos casi marinos
De tan fundidos;
La pupila envejecida,
El silencio en otro idioma.
Pero espejo de tu espejo,
Revolví con la uña
Escarbando el ardor
En la herida pequeña
Tuve que transformarme
Hasta en el mismísimo minutero
Para poder decir que
Se del saber siendo no
(Pero primero)
Tuve que ser Hombre
Para deshilacharme
Por este justo desapego de riel
Y fecundarme delicadamente
Desde la sombra
De cada sonido
Viniendo a ola
De cuerpo onírico
Cae a su boca,
Un fuego de pájaro;
La colmena muerta
(Mientras he dicho fuego)
Se extingue;
Y vuela.
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