Devenir I
Ella es primera. Tenía el cuerpo al borde del quiebre tenía Movimiento en pausa. Lo que va y se retrae sobre sí. La carne que fluye y se confunde en el límite. Contracción del espacio: ella es no darse cuenta. Venía de sombra a luz pero con los ojos cerrados: estar en el adentro es pausar el afuera. Los bordes. Lo que separa el cuerpo del aire es afuera.Lo que une el todo es adentro y no nos damos cuenta: ella es adentro moviendo atemporalidad y viniendo hacia acá. Yo identifico la luz pero creo eso no importa.
Devenir II
Se deslizan como hacia la coronación del invierno. Llevan invierno entre los brazos. Los contornos y las sombras construyen una espalda. Esto flota. Ella anterior pasa pulpa y desaparece hacia el fondo. Los inviernos son llevados con cautela. Desarman sus miradas entre sí. Sueltan sus telas y cae el adentro. El adentro estaba ahí haciendo fuerza para irse. Haciendo fuerza. Cada una gira en torno a su otra y algo más al fondo las impulsa a correr: huida y encuentro son cosas de un mismo gesto - cuando digo cosas quiero decir que Tienen huida, y Tienen encuentro- Gesto es un color, blanco, y esto es cada carne. Cada es.
Devenir III
Vértice diestro. Se reúnen para descubrirse. Su lugar no es imprevisto y el invierno se funde entre octavas piernas donde ningún cuerpo es un desierto. La contemplación empieza en los dedos de atrás. Palpan el rostro como si fuera propio y este se enternece de sí. También vienen hacia acá. Como si pudieran vernos. Como si vieran a través de nosotros y nosotros no estuviéramos. Ofrendas desafiando algún vacío: se descubren se miran se presencian se alertan. Lo que se desafía es la entrega. El cuerpo nuestro que es del resto. Pezones son carne como el aire que es carne, el instinto se descompone y la pupila se posa tenue en la definición de la forma, sombrío cause moral, la desnudez en intención de tenerse desnuda: íntegro mirar que no elige dónde. Perpetuarse.
Devenir IV
Se reiteran pero naciendo siempre. Ahora cada una bordea el quiebre y este es laxo y se retrae. La piel se estira hasta el hueso y geometrían el espacio que se huele en pájaros. El olor de la pluma que se mueve, el canto atravesando la fuente, el pensamiento asentando materia y esto es estar en la vida, en su centro. Los dedos rígidos escarban cierta tierra a partir del cierre de los párpados en alguna herméticos y en otra actuando espasmódicos, se acomodan el invierno en la falda, se trasladan como una aglomeración de luz que late, por ahí una boca abierta entrando mundo y dando órgano, descolocan sus miembros y re-transforman sus lugares. Se giran. Retornan. Estar en esta vida y este centro es también no darse cuenta.
Devenir V
De repente cada cual menos ella encuentran dónde. Perpetuarse. Se aíslan de ella. Se introducen en sí. Continúan cubriendo sus rostros con sus inviernos y ella carece de estación y la inventa: encuentra que su cabello se alarga delante y el frío es suficiente pero esto no basta; imita la presencia como si no fuera paralela y si hubiera un adentro ella fuera parte, pero esto no basta. El desespero surge hirviendo y llega a la garganta que grita un llanto revoltoso y yo siento mi pecho hundirse y temblar despacio. Me pregunto cómo es un cuerpo cuando se llena de dolor, a qué forma mudan sus órganos. Cómo son los otros cuerpos cuando un cuerpo se vacía para entregar su dolor. Cómo es la piel que habita cada cuál, cuántas son las pieles que mudan entre sí, de quién a quién. Dónde quedan. Van.
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