Yo creo en la poesía pulmonar. La que viene y va con la sangre y está dentro y está fuera. La que nace en las células madres de la médula roja. La poesía ósea. Que construye al mundo y luego es carne y camina sola. La que baja corriendo la escalera. La poesía que se come y está viva y si la tragamos nos muerde el órgano. La poesía violenta que se endulza y es un animal de vértices redondos. La que tiene hambre. La que rueda por la espalda. La que no deja dormir y nos hace dar vuelta por la casa hasta que la miramos a los ojos y algo explota. Implosiona. La que llora. Luego grita. La poesía neurovegetativa. Que respira y ahoga todo amor y toda muerte. La que nos da el origen y el vértigo. La que ama todo amor y muere toda muerte. La que nos cae incendia y renace. La poesía elemental que es núcleo y magma danzando en la punta de la tierra. La poesía azúl y arboleda. La poesía quark. La que vuela. Y nos es. Y nos da.
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Priscila Vallone
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