Hoy volví al útero. Como quien va de un lugar a otro y vuelve, estuve ahí. Como quien no siente su piel habitando el mundo. Espacio indisoluble creciendo y creciendo siempre el cuerpo pleno en expansión continua y sin saberse: había que envolver y dejarse. Había que perder la carne y dejarse/atravesar por el oleaje galaxia tibia dormitando el afuera que era adentro y resplandecía todo aquello siendo. Era la existencia pura en su materia, la esencia transcurriendo el momento la ausencia del yo: Había que vivirlo todo sin mirarlo sin saberlo sin lenguaje obrando surcos en el tacto: Había que cederle la presencia al movimiento que no tenía donde terminarse: Había que recibir el calor. La oscuridad. Única sensación de espacio engendrando. Y todos los días tratar de volver al útero: desprenderse, indefinidamente, de cada sonido mano color casa hilo que somos y nacer (todos los días) otra vez
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Priscila Vallone
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