“Está acá y nos acaricia. No queda más que dejarse acariciar.”
Beatriz Mengual.
Será que te he visto Madre
callada, quieta
sumida en el auténtico desarme
como si no te pasara nada Madre
te he visto
Sembrada sobre el ocaso esperando
hora tras minuto tras luna de desespero
la llegada del día
del que no vendrá
sosteniéndote el corazón con una mano
como si no supieras dónde guardarte
el amor entero que darías
al cuerpecito callado detrás de la ausencia
donde te late la herida
Será que te he visto Madre
con el rostro caído
y el pecho hinchado
del cansancio contínuo
Será que te he escuchado
- sin que me hayas visto quizás
todo el llanto entre los labios pálidos
La noche ahogando hondo sin tu sueño
en todo el río que te lleva
a estas tardes
donde el sol
nos somete a mirar por la ventana y fundirnos eternos
en la espera.
Será que te he visto Madre
Arderte en la herida más grande
renombrarte entre los límites de la Necesidad
vagar por las noches insomne
Dolíendote hasta el respiro
Sin decir una palabra
Será que te he visto,
Madre
llorar de sol a sol
sin que yo pudiera
Acariciarte el aire
o robarme lo que sufres
cargarme tu desvelo
para que pudieras
al menos
Recordar por un segundo
que aún parada
en el corazón del duelo
enredada entre las sombras
o sangrando entredormida Madre
todavía
es que amaneces
viva
O será que te he visto, Madre,
será que he reconocido y edificado
el reflejo de tus ojos aplumando el vuelo,
la quemadura constante,
La piel que tiembla ante el desamparo
de la miseria, de la sed
y la ausencia
Pero te juro Madre
Que aunque nos duele hasta la última gota de la célula
- te siento amarme y sonreirme leve
de no sé dónde
de donde quedas
y te obligas al tiempo
De donde no existes y aún cantas
haciéndote lumbre Madre sin saberlo
Y yo te miro con ojos de no entender
cómo es que a pesar de tanto desarme
en las lagunas de la nostalgia
el agua colmando
el cuerpo hasta el alma
sobre la sed insaciable
a la deriva de algún lejano dios
Aún te brotan alas
Y te sobra el aliento
Para hablarme
del Amor.
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