La muerte que se muera sola. Qué se es sino una recopilación de muertes que deambulan.
Podríamos ser los modernos poslodocornios transitando la marea O podríamos reiterarnos espejivamente en un temblor semejante Reiteraciones pro pseudo cósmicas lanzadas al azar en pleno esparbajo clardominido Escapándole a los casi nada ser, casi nada yo qué sé, Yo sí y a los Podríamos qué. Ser sino una recopilación de carnilades anípedos transformándose a cada golpe rotundo del cuerpo sacudido como un polvo de sed en plural emergiendo desde el fondo reproducido en los vocablos que arañan por ímpetu sanguíneo el silencio entero de allá el abismo Enfermo del todo casi - Que casi casi dónde y entonces Nos redimimos Siempre al extoplate desvanecido entre las lenguas del puro Sexo; del pleno canto húmedo en el Seno de las tramóneas posibilidades Que buscamos el todo nada revolviendo la córnea podríamos poner la órbita agolpada en el escurnio dado vuelta.
Atinar a reconstruir en la vocal propia el arcamanzo esclarecido Y tragarnos así la tierra boca por brazo con toda su hidrosoteria su entrepierna de abanico sus geográficos reflujos enterrados en una pecera de labios
En el azúl dérmico superpuesto Al volcán primero erupcionando entrecortado
Una extrapolifusión de polen ambilírico suturado y En el respiro próximo el universo exhausto
recaído antiplíscimo sobre sus rodillas de costado Se desarma al filo del hilo La hija El pájaro -Sed es arma la corteza plana en la marea baja
En la saliva mansa
En la reamoramarga
En la mísma cara manca del cada día acaba Del todo siempre, solo y sea
Que la muerte se muera sola.
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