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Foto del escritorPriscila Vallone

Cuando el fuego viene


Infierno I

Arder a la distancia. Acercarse al no entendimiento y no volver. El inicio del fuego en mi vida es cargar con el primer cuerpo a cuestas/construir una muerte mental como si ideara un bosquejo cadavérico: habrá un cuerpo inmóvil y yo no podré verlo. Habrá cemento y un nombre grabado. Habré pensado en la forma y sensación de la ausencia. Hay pensamientos que no alteran ningún efecto: llegar tarde al cuerpo y saber Que ya no venga ni vendrá. No existe la sensación de ausencia la Ausencia ES en si misma y ES amorfa: pero a mi me pareció que adquiría lentamente la forma de un infierno intenso.

Infierno II

Revolución del fuego. Podía oír a las llamas gritar. Cada cosa en estado de ardor máximo y en aumento. Todo mi cuerpo al rojo vivo se acercaba a darle amor al pequeño cadáver. No hubo tiempo de bosquejos. No hubo pensamientos. De repente todo ardió. El cuerpito amarillando la mañana. El frio quemando los ojos. Los ojos quemando las horas. La tristeza quemando los huesos. La ausencia tiene cuerpo y es fuego que se arrastra encima nuestro. Este es el inicio del infierno eterno: cada vez que despierto me incendio y ardo y muero.

Infierno III

Pensábamos que algunas zonas ya no podrían encenderse más. Algunos infiernos son evitables, elegidos, causales. Este cuerpo tenía su propio infierno aparte. Un infierno al margen, un arder para siempre en todo momento y estado y deseo. Un perderse a si mismo entre las llamas y no distinguir el propio cuerpo del fuego. Decidió apagarse. Nos quedamos con su ardor. Nos ardimos sin saber bien dónde nacía el fuego, pero sin duda nos estábamos quemando, otra vez las flores, el último amor al cadáver, los delirios de la muerte y la locura de la ausencia se incendiaban en mí: ya había perdido el control de cualquier fuego hacía mucho tiempo. Me senté a contemplar mi infierno. Mientras ardía, pensaba en la antigua belleza de las cosas quemadas. Pensaba en mis ojos cuando no eran cenizas. Pensaba en mí. Qué persona hubiera sido sin tanto fuego encima.

Infierno IV

Haber amado cuando estaba vacío. Antes de ser amor y de ser infierno. Un fuego que vino por lo bajo, por la espalda. Este es un infierno elegido y evitable. Estaba oculto y venía quemando detrás de otros infiernos. Si realmente pudiera/Ahogar las madrugadas antes de quemarme. El amor está en otra parte que no es este fuego, pero yo comencé a ser ardida sin darme cuenta: el arder es hoy. No importa cuándo empezó el fuego. No importa cuántos infiernos tenga que habitar: este es el que vive y respira por sí mismo. El que tenía consciencia de estar quemándome. El que incendia a cada paso de querer extinguirse. Sin importar cuanto de mi se lleve. Cuánto de mí. Hay.

Infierno V

Todos los infiernos  se cargan en singular y son inagotables.

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