En ese centro súbito que se venía premonitando
del aguacero a lo carnal del océano
donde yo,
figura de agua adormecida
bien al fondo de la sombra del día
desprendida de cualquier carruaje primaveral;
me susurraba como un hao de luz al oído.
No era ni consuelo del insecto triste,
ni lo alegre en el filo de la lágrima dormida
yo, figura de agua
carente de lo móvil y lo visible
del abanico sobre la superficie colorida
del hermano, de la madre y hasta la cama tibia
yo, figura
que se perdía de inmensa
bordeada en los mares
que solo emanan la proyeccion del alma,
Mares,
que solo desean
y desean
y desean.
Me susurraba como un halo de luz al oído,
que el sol, ya era un cristal
y yo
que venía desde el fondo de la sombra,
del ocaso
Desperté siendo piedra.
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