Sueno. Pero sueno bajito, como si no sonara. Me muevo a destiempo, me sostengo en a-temporalidad, como si no me moviera. Canto. Pero por dentro, desde adentro y hacia el adentro. Hablo con todos ellos sin usar ninguna voz, los acaricio sin que se den cuenta, intento un abrazo que me trascienda, que sea perpetuo, entonces tomo la forma del aire para dar amor. Luego llego a casa. Reparto mis cuartos y mitades en mí misma. No sé dónde es casa pero me da de beber. Todos los días que llevo quedan dentro y son finitos. Me dejo la piel para ir. Me junto los huesos. Pongo dolor a lavar para ver si pesa menos y lo visto de nuevo porque es mio y debo llevarlo. De repente. Siento bosques multiplicarse en mi espalda.
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